La preparación médica es un aspecto crucial en cualquier plan de emergencia familiar. En este artículo, se relatarán una serie de eventos médicos que mi familia enfrentó durante un periodo de tres meses, desde el día de Navidad de 2024 hasta el 1 de marzo de 2025. Estos incidentes no solo revelan la fragilidad de la salud familiar, sino que también destacan las deficiencias en nuestras provisiones y planes de preparación médica.
Como un hombre saludable de mediana edad con casi 15 años de experiencia en el ámbito de la preparación, creía que estaba preparado para la mayoría de las eventualidades que podrían interrumpir la vida de mi familia. Mantenía un inventario adecuado de suministros básicos, como alimentos y medicinas, así como de recursos más avanzados, como métodos alternativos de energía y calefacción. Antes de estos eventos, y tras haber vivido la pandemia de COVID, pensaba que mis preparativos médicos eran suficientes para afrontar las lesiones comunes de una familia con niños pequeños: cortes, raspaduras, quemaduras y fiebre. También había tomado medidas para poder ofrecer primeros auxilios en caso de lesiones graves que pudieran requerir el uso de torniquetes y sellos torácicos.
Sin embargo, al reflexionar sobre los incidentes que se revisarán a continuación, me di cuenta de que mis preparativos médicos se centraban en dos tipos de situaciones, dejando de lado una tercera importante. Las dos situaciones para las que estaba preparado eran, en primer lugar, lesiones menores o «golpes y moretones», y en segundo lugar, lesiones y condiciones potencialmente mortales, como hemorragias graves. La tercera y ausente situación era la posibilidad de enfermedades moderadas a severas, como gripe, neumonía o virus estomacales.
Incidente 1: La llegada de la neumonía
El primer incidente ocurrió el 25 de diciembre de 2024, cuando mi padre, un hombre que generalmente estaba sano y activo, fue llevado al servicio de urgencias local en ambulancia a las 11:00 PM. Presentaba dificultades para respirar, acompañado de una tos violenta. Tras ser evaluado, el personal médico diagnosticó neumonía en ambos pulmones. Dado que el hospital local no contaba con los recursos adecuados, comenzaron a organizar su traslado a un hospital más grande a unos 20 minutos de distancia.
Desafortunadamente, mi padre tuvo que esperar aproximadamente 14 horas hasta que un ambulancia equipada con oxígeno estuviera disponible. Durante este tiempo, la atención que recibió en el hospital local fue mínima. Al llegar al segundo hospital, fue evidente que la calidad del cuidado era significativamente mejor; un enfermero lo atendió de manera continua y recibió la atención necesaria para poder realizar las actividades diarias. Tras una semana de hospitalización, fue dado de alta con medicación, pero sorprendentemente, no se le proporcionó oxígeno para su tratamiento en casa. Pasó otra semana para que sus síntomas mejoraran y pudiera retomar un nivel de actividad casi normal.
Incidente 2: Enfermedades infantiles
En medio de enero de 2025, mis hijos, que estaban en preescolar, comenzaron a presentar síntomas de una enfermedad respiratoria superior, como congestión nasal severa, tos y falta de energía. Inicialmente tratamos los síntomas en casa con medicamentos de venta libre, pero al no observar mejoría, decidimos visitar al pediatra. Allí, diagnosticaron sinusitis, lo que llevó a la prescripción de un tratamiento con antibióticos de diez días. Uno de los niños tomó la medicación sin problemas, mientras que el otro necesitó varios métodos de persuasión para cooperar.
Incidente 3: La propagación de la infección
Simultáneamente con el segundo incidente, yo mismo contraje la sinusitis que afectó a mis hijos. A pesar de estar bajo tratamiento, la infección se trasladó a mi oído, generando una sensación incómoda de presión. Tras varios días sin mejoría, decidí acudir al mismo servicio de urgencias que había atendido a mi padre. En menos de 15 minutos de espera, el médico confirmó la infección y me administró un tratamiento que incluyó un antibiótico inyectable y una receta para un antibiótico oral de siete días. Aunque esto alivió la infección, la sensación de oído tapado persistió durante casi dos semanas.
Incidente 4: Deshidratación grave
En este periodo, mi hijo mayor comenzó a quejarse de dolores estomacales y dejó de comer y beber. Rápidamente mostró signos de deshidratación, lo que nos llevó a llevarlo nuevamente al servicio de urgencias. Allí, se diagnosticó deshidratación y se recomendó su traslado a un hospital más grande que contaba con un área pediátrica dedicada. Este traslado fue más ágil, y al llegar, se le administraron medicamentos y líquidos intravenosos. Sin embargo, justo después de llegar al hospital, comencé a vomitar violentamente y a sentirme muy mal.
Agradecí la posibilidad de que mi esposa pudiera utilizar una aplicación de compras para ordenar suministros esenciales desde el hospital. Esto puso de relieve cómo la tecnología moderna puede facilitar el acceso a productos básicos, incluso en áreas rurales. Tras un par de días en el hospital, mi hijo fue dado de alta con los medicamentos necesarios, mientras que mis síntomas mejoraron en 24 horas. Afortunadamente, mi esposa y el otro hijo no contrajeron la enfermedad.
Incidente 5: La llegada de la faringitis estreptocócica
En febrero de 2025, tras un breve periodo de salud, mi hija menor comenzó a presentar fiebre nuevamente. Luego de dos días con fiebre, la llevamos al pediatra, donde se le diagnosticó faringitis estreptocócica, recibiendo un nuevo tratamiento de antibióticos. Pronto, mi esposa empezó a mostrar síntomas similares y también necesitó atención médica. En un intento de prevenir cualquier contagio, decidimos hacernos pruebas, y aunque ambos resultamos negativos, se nos prescribieron antibióticos como medida preventiva.
Lo que hicimos bien
A pesar de las dificultades, había aspectos en los que estuvimos bien preparados. Contábamos con un stock sólido de medicamentos de venta libre, así como productos de confort para nuestros hijos enfermos, como Pedialyte y helados. Esto nos permitió evitar la prisa hacia las tiendas en busca de suministros y comenzar a manejar los síntomas desde el principio.
Lo que hicimos mal
Una de las principales lecciones aprendidas fue la falta de monitoreo de las enfermedades que circulaban en nuestra área. Si hubiéramos estado más atentos a los brotes y síntomas, podríamos haber implementado medidas preventivas, como aumentar la ingesta de vitamina C. Además, no contábamos con un conocimiento suficiente sobre las diferentes enfermedades infantiles, lo que dificultó distinguir entre un resfriado común y una infección sinusal o un virus estomacal.
Otro aspecto importante fue la falta de preparación para manejar enfermedades más allá de infecciones menores. Aunque teníamos medicamentos para tratar fiebre y malestar, carecíamos de antibióticos o medicamentos anti-náuseas para enfermedades más serias. Igualmente, no teníamos suficientes recursos para tratar la deshidratación, más allá de soluciones deportivas y productos de rehidratación oral.
Acciones a tomar en el futuro
Con la próxima temporada de resfriados y gripes en el horizonte, hemos delineado varias acciones clave a seguir. Primero, es fundamental mantener una comunicación constante con nuestro pediatra y el personal escolar sobre las enfermedades que están circulando y cómo manejarlas. Segundo, aumentaremos la cantidad de OTC y productos de confort que tengamos disponibles en casa.
- Exploraremos la adquisición de kits de medicamentos de prescripción, que incluyen tratamientos más efectivos.
- Aumentaremos nuestros materiales educativos sobre enfermedades y tratamiento, buscando cursos médicos en nuestra área.
- Buscaremos establecer relaciones con profesionales de la salud que puedan ofrecer asistencia rápida en lugar de depender únicamente de clínicas y hospitales.
Es crucial reconocer que estas relaciones pueden ser valiosas, especialmente en situaciones sociales desafiantes donde la atención médica se vuelva difícil de acceder. Un médico, enfermero o estudiante de medicina podría ser un recurso invaluable en tiempos de crisis.
